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La Happycracia en LinkedIn

Estoy convencido de que uno de los grandes problemas de la era de la información es la happycracia. Según Cabanas e Illouz (2019), eso se refiere al régimen simbólico donde se impone la narrativa de la “felicidad” como un deber moral y responsabilidad individual.


Básicamente es la idea de que basta con pensar positivo, meditar, ser agradecido, consumir bien y trabajar en ti para alcanzar el éxito, todo desligado de las condiciones sociales, históricas y estructurales que determinan mucho más de lo que nos gusta admitir.


El problema de esta lógica es que despolitiza el sufrimiento y lo convierte en un problema emocional individual, reforzando la falsa idea de que el éxito es cuestión de actitud. LinkedIn, por ejemplo, más que cualquier otra red social, romantiza el trabajo excesivo y sobreexpone el éxito, ocultando el desgaste, el fracaso y el conflicto (a menos que vengan envueltos en storytelling aspiracional y con final feliz).


Se nos exige mostrar una identidad optimizada, alineada con el “CV oculto” o cv emocional que tanto pesa (aunque es negado) en la narrativa empresarial actual. Una narrativa que se retroalimenta a sí misma con likes, emojis y aplausos simbólicos que reemplazan la conexión genuina y normalizan la auto-explotación.


El resultado es un montón de gente (incluyendo paradójicamente, a quienes más participan de esta lógica) que se avergüenza de sentir emociones humanas perfectamente válidas. Millones, que como dice Manson (2016), callan su tristeza, su cansancio y su confusión solo para seguir “conectados”.


Se impone una falsa meritocracia que, como dice Warren Buffett (2004), se guía, en el mejor de los casos, por el miedo, y se enaltece a sí misma desacreditando a quienes no son “agentes de cambio con actitud positiva”. Hay que ser muy ciego, ingenuo o directamente cínico, para no ver la relación brutal entre este tipo de discursos y el deterioro generalizado de la salud mental colectiva.


Esto no es sostenible para nadie. Ya lo advirtió Bauman: “Las redes sociales no enseñan a dialogar, sino a monologar en público.” Y Bourdieu, muchas décadas antes, habló de cómo el sufrimiento simbólico nace cuando se nos imponen formas de vida que niegan nuestra realidad material. Hoy, el sistema ha hecho de la positividad una obligación, y de la tristeza, una falla moral.


Muchos, la verdad es que estamos a una enfermedad, una crisis o a una pérdida importante de caer del otro lado. Varios ya están ahí; solo que no importan porque no dan "likes". Lo peor es que mientras más entiendo esto, más me doy cuenta de cómo también he sido parte, pero quizás ha llegado el momento de dejar de jugar, porque así como los logros no siempre son mérito, el dolor no siempre es fracaso.


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